viernes, 17 de octubre de 2008

Abrazo de fuego

Por Santiago Bibiloni, 18

“Vos sos mi hermano”, me dijo Lea antes de darme un fuerte abrazo. Tras un mate y un pan casero se encontraban ellos, los chaqueños. Cuánto amor había en esas manos, ásperas de tanto trabajar, pero qué secas estaban sus gargantas. Intenté ir a entregarme y devolver todo lo que se me había dado a lo largo de mi vida. Fue un fracaso. Sus sonrisas me llenaron de felicidad. Volví enloquecido por sus abrazos, asombrado por sus vivencias y admirado por su sencillez. Lo que fui a dar, lo recibí en abundancia. ¿A vos te parece? Y después se dice que la Argentina está escasa de profesores. Qué grandezas esconde el ser humano y qué escondidos parecen estar sus portadores. Yo fui sorprendido una vez más.

Fue una experiencia de las que enriquecen el alma, de las que permiten seguir creciendo. “Que bueno que se hayan acordado de nosotros”, exclamó Suso, una de las tan olvidadas amigas. ¿Si todos esperamos a que ayude el otro, quién ayudará?
Ellos te esperan. Todos somos necesitados.

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