viernes, 23 de octubre de 2009

LA DROGA SÍ TIENE CURA - ENTREVISTA AL PADRE PEPE

Tiene 46 años y trabaja en la Villa 21 desde hace 13, luchando contra el paco y otras drogas que destruyen a los chicos. Denunció la despenalización de hecho de la droga en las villas y, desde entonces, fue amenazado por pocos, apoyado por miles y entrevistado por ALTA REVISTA.

Entrevistadoras: María Belén Benítez, Celina Díaz Melo, Gladys Gallardo 4to. Año Colegio Buen Consejo

El Padre Pepe nos recibió en su despacho, que es como su casa. Nos recibió, más que como a periodistas, como a jóvenes vecinas preocupadas por el barrio. Cuando llegamos estaba tomando mate, la sala era muy característica suya: crucifijo, imágenes de la Virgen, carteles que le hacen los chicos del barrio, un cuadro de Huracán (como buen hincha de este club). Más que un despacho es un refugio. Un búnker para todos aquellos jóvenes que él acompaña en su búsqueda de apoyo, independencia y asistencia para llevar a cabo su desintoxicación. En la villa 21 de Barracas, donde viven más de 45.000 personas, el padre José María Di Paola pelea contra las drogas. Como peleó antes en Ciudad Oculta. Y su lucha se vuelve hoy imprescindible, porque cada vez más jóvenes mutan en adictos y cada vez mutan desde más chicos.

–¿Qué es exactamente lo que hace?
–Enseñamos a través de la prevención, que la practicamos a través de diferentes actividades: apoyo escolar; Exploradores, que es un grupo de contención y formación en el contacto con la naturaleza, el respecto por el otro y el esfuerzo; a través del deporte; tenemos Centros de Día, donde los chicos pueden encontrarse, jugar y compartir; comedores; un Centro de Adolescentes para varones, uno para mujeres, un Centro Juvenil Integral y la Escuela Secundaria Virgen de los Milagros de Caacupè. Además de varias capillas. Y estamos recuperando el Hogar de Cristo. Este conlleva un proceso de tres pasos: recibir a los chicos o familiares en la parroquia, un camino espiritual y de desintoxicación en una granja donada, en Mercedes, y el seguimiento de los chicos que vuelven de la granja. Hay también otras actividades que están orientadas a grupos familiares, retiros de hombres, de mujeres, misioneros…

-¿Hay un momento exacto donde surge su vocación para esto?
-Lo mío comienza con mi familia, que me enseñó a ser solidario. Siempre me gustó ayudar al otro, que vendría a ser la vocación del servicio. Pero, a través de lo que yo fui leyendo fue donde realmente Dios me fue llamando al sacerdocio y a poder dedicarme puntualmente al “servicio por los demás”. Pero, por ejemplo, yo quería ser maestro y descubrí que mi vocación era ser sacerdote.

-¿Qué espera recibir como respuesta por parte de los jóvenes?
-Yo espero dos cosas: que los jóvenes que andan bien sean líderes positivos, que puedan ayudar mucho a otros; y otros que están perdiendo tiempo en un pasillo, que vayan a la escuela y dediquen su tiempo en actividades productivas.

-¿Qué le gustaría transmitirles en este momento?
-Yo diría que se comprometan con los ideales y con los valores, que no pierdan el tiempo y no sean superficiales; que no se dejen engañar por lo que el mundo ofrece hoy en día, por que en la sociedad hay mucha vanidad. Sus mensajes indican que la familia que tiene un hijo con dinero es feliz, y eso incentiva que el chico que no lo tiene busque esa “felicidad” por cualquier medio. Ese es un mensaje tramposo, por lo cual el joven debe esforzarse para poder encaminar su vida correctamente.


Esforzarnos para poder encaminar nuestra vida correctamente es una invitación válida. Él vive de cerca cómo lo que parece un juego o un escape termina siendo la destrucción de una vida. Paco o como se llame, no perdamos el tiempo, ni la cabeza.


Amigos, ¿Cómo los hago?

En la revista Hacer familia vimos unos nota sobre los amigos y nos disparó el tema.

Códigos, respeto, confianza, afecto, comunicación. Permanecer. La amistad se alimenta. Se alimenta de virtudes, favores, de escuchar y hablar, de estar ahí. Y se desarrolla y crece... como todo aquello bien nutrido.


Chechu Aparicio, 17
¿Sobre qué códigos? No sé si a una amistad se llega con códigos, creo que uno llega a tener un gran amigo con la simple confianza que te genera el otro. Saber que aquella persona siempre te va a entender y que te quiere por como sos, y viceversa. Las cosas que me tengo que bancar son sus opiniones, su personalidad y, sobre todo, sus defectos.

Sofía Silva, 16
En toda relación afectiva, sea familiar, una amistad o un noviazgo, el principal código para que sea buena y duradera es el respeto mutuo.

Para ser un buen amigo hay que ser también un sabio, para cuando necesiten un concejo; un payaso, para cuando necesiten que los hagan reír si están mal; un asesino, para cuando pierdan las fuerzas y necesiten un abrazo estrangulante…

Hay que bancarlos siempre, en las buenas y en las malas, cada vez que lo necesiten. Pero eso no significa dejar pasar “todos los mocos” que se manden. Cuando un amigo se equivoca hay que hacérselo entender y ayudarlo a solucionarlo siempre que podamos. Ser amigo quizá implique no defenderlo cuando hizo algo indefendible, a pesar de que queramos hacerlo, ya que la amistad es una luz en nuestra vida que, si la cuidamos siempre, va a seguir brillando.

María Laura Civale, 16
Yo creo que los códigos principales que tienen que prevalecer en una amistad son el respeto y la confianza. Desde mi punto de vista, uno tiene que comprender los cambios que pueda tener un amigo, y en caso de que no sean buenos, ayudarlo. También considero que uno tiene que hacer hincapié en fortalecer día a día la amistad y no dejar que se debilite a lo largo del tiempo. Es fundamental comunicarse con los demás cuando algo no anda del todo bien, para poder solucionarlo a tiempo. No dejemos que se vayan acumulando problemas.


CONTANOS EN QUÉ SE BASAN TUS AMISTADES

¿20 no es nada?

Esta Alta es la número 20, esto quiere decir que hace ya cuarenta meses que viene circulando por todo el país, por nuestros colegios, nuestras casas. Más de 3 años de ALTA REVISTA, que no hubieran sido posibles sin la ayuda, colaboración, participación y, sobre todo, el interés y el entusiasmo de los chicos que escribieron todo este tiempo. Algunos de esos que venimos escribiendo, hoy nos sentimos un poco grandes y con ganas de dejar lugar para que otros puedan aprovechar el espacio de ALTA…¡Lo que no quiere decir que lo vayamos a hacer! ;-)


A pesar de que tengo 20 años, me sigo sintiendo un joven, un adolescente, un niño, y quiero escribir y opinar, sea de cosas tan lejanas a mí como lo que pasa en China como de aquello que me pasa todos los días. Me parece que lo bueno de estar creciendo y poder decir lo que uno piensa (aunque a veces parezca que no tiene sentido, o que todo el mundo te va a llevar la contra) es que suma, aporta una nueva mirada a los problemas y a los hechos de hoy. Y siempre hacen falta nuevas miradas, vueltas de tuerca, ideas, ideas, ideas. Y los jóvenes las tenemos, y tenemos, también, muchas ganas y muchas energías; eso nadie lo puede discutir. Se podrá decir que estamos desinteresados, que nos pasamos el día frente a la computadora, etc., etc., pero sabemos que cuando algo realmente nos interesa, que cuando algo realmente nos importa, nos preocupamos y tenemos toda la fuerza y todas las ganas necesarias para decir, para hacer y para denunciar lo que está mal.

Esperamos que Alta pueda seguir siendo un lugar donde todos los jóvenes usen esas ganas, para decir lo que haya que decir, para encontrar un espacio de respeto, de intercambio. Porque solo hablando pensamos, y solo pensando avanzamos, sigamos compartiendo, sigamos debatiendo.

Diego González Prieto