martes, 10 de marzo de 2009

Viajes Exóticos

Por Jason Mayne, 20

Hay que ser curioso. Esa es mi sentencia, no solo para la búsqueda de lugares adonde pasar unos días placenteros, sino en general. Pero con respecto a los destinos, me parece que si uno sale de los lugares convencionales, de esos lugares uno ya conoce sin ni siquiera haber ido puede ser más interesante.

Muchas veces no hace falta contar con un mucho dinero, simplemente ganas de aventurarse, juntar un puñado de amigos, colgarse la mochila al hombro y disfrutar de viajar.
Se conoce gente de toda índole cuando está en pleno viaje, y es una de las cosas que más disfruto. Poder compartir realidades diferentes, no hace falta ni siquiera entablar un diálogo para sentirse parte. Más diferente es lo que observamos, más tomamos conciencia de lo que tenemos, de lo que somos, de nuestra identidad.
Algo curioso que pasa cuando uno emprende una travesía, es el “ángel guardián” que te acompaña. No se sabe por qué, pero siempre la solución al problema es mejor de lo que pensábamos o suponíamos:
Me pasó de estar en York (Inglaterra), solo, una española me había dicho que me alojaba, después me dijo que su compañera de departamento no quería. A todo esto ya eran las 20 PM y empezaba a ser de noche, el hostal más económico salía 35 libras, con lo cual no estaba dentro de las posibilidades. Empecinado, estaba yendo a pasar la noche a una estación de servicio y en el camino me sorprendió el cartel: “Argentine steakhouse” (Casa del bife argentino). Estaba cerrado, pero dos de sus empleados comían luego de un extenuante día de trabajo, intrigado uno vino a ver que quería y se produjo la siguiente conversación:

-Hola, soy argentino.

-Bueno, pasá.

Resumen: terminamos bailando La Mona Jiménez en un latin bar, me quedé a dormir en su casa, al otro día me llevaron a recorrer la ciudad y hace un poco menos de un año estuvieron en mi hogar comiendo un asado.

En los viajes uno descubre, solo hay que animarse.

domingo, 1 de marzo de 2009

Me divierto sin alcohol

Del otro lado del charco
Por Juan Sabogal, 18

El alcohol y la diversión suelen ir de la mano, eso es sabido. Será por la verbosidad hollywoodense, o por tantas otras causas que en realidad hacen de esta premisa un paradigma actual: es así, casi todos lo hacen.

Ahora bien, entre otros jóvenes de San Isidro, Phileas Ketelhohn, 19 años, porta una nueva voz, una nueva actitud con la cual encarar el día a día. “Queremos vivir coherentemente con lo que pensamos”, define Phileas, fundador de la movida Me divierto sin alcohol MDSA. La difícil lucha de mantener un orden entre lo que pensamos como correcto/incorrecto y lo que obramos después. Charlando con él, vimos que este asunto no se resuelve de un día para otro, “es un proceso, hay varias caídas y traspiés”, dice.

La máxima de “no hay noche sin alcohol” es difícil de quebrar. Si ante dos casas con fiesta gratis, se nos dice que en una hay barra libre, seguramente terminemos entrando a esa. El alcohol da fuerzas, desinhibe, por su composición química. ¿Pero hasta dónde hemos de tener fuerzas, hasta dónde hemos de desinhibirnos?... Como dice Phileas: “¿Para qué tomas?” Preguntátelo ¿A dónde querés llegar? Además, si llegás a algún lado, darse cuenta de que no fue uno quien llegó, sino los 4 litros de cerveza. La cultura alcohólica es tomar por que a uno le gusta, análogamente, te puede gustar la coca pero no te tomás 4 litros en un cumpleaños.

En segundo lugar, hablamos con Phileas de esa conciencia colectiva que va concentrándose en la atmósfera de un preboliche. Phileas me afirma que él no quiere ir en contra, él quiere ser protagonista de su vida, elegir entre esto o lo otro. “El alcohol es un plus que se suma a una buena charla, no al revés, como son pensados los preboliches”, comparte Phielas.

Quizá uno de los problemas es pensar que cada noche tiene que ser la mejor, y además te venden que estás en la adolescencia y que si no disfrutás esta etapa, los años posteriores serán soporíferos. Uno, entonces, termina confundido y sin respuestas. La actitud de MDSA es determinar uno mismo los valores que rigen la cotidianeidad. No es un proyecto, ni un cruce de filosofía y estadísticas, es una invitación a entender. Dudar puede ser maravilloso. ¿Por qué no dudar de lo que hacemos cada noche? ¿Hay algo que no cierra? “Buscá la respuesta”, me dice Phileas, “empezá a buscar”.

Si oponemos una publicidad de bebidas energizantes o alcohólicas, vemos que claramente tratan de mostrar que sólo con su producto hay diversión, sin él estamos despilfarrados. “La noche la hacés VOS, una vez que salís de casa, YA ES una salida”. ¿Qué más querés? O Mejor dicho: ¿cuánto querés? El inconformismo no se resuelve con abrir una botella más.

Me divierto sin Alcohol ya contó su propuesta y consiguió adherentes en Salta, La Pampa, Tucumán, y las localidades bonaerenses de Bellavista y San Isidro.










+info medivierto_sa@hotmail.com


¿El sueño del pibe?

Por Miguel Stellatelli, 19

Cumplir 17, sacar el registro y poder manejar el auto…el sueño del pibe. ¿Tenemos la conciencia plena y la edad para salir a la calle a conducir?
Yo creo que mientras nos emocionamos (como es lógico), podemos plantearnos la idea de que manejar no es chiste. No es sólo apretar el embrague, el acelerador, el freno y saber pasar los cambios, eso es sólo la mitad. El otro 50% es la prudencia y la atención que ponemos, y si sólo cumplimos con la primera mitad, saldremos a la calle y probablemente tendremos malas experiencias.
Para "apretar el embrague" no hace falta mucha práctica, para manejar sí. Por eso creo que la práctica es fundamental. Manejar no es un derecho, es un privilegio. Y lo vamos forjando a medida que aprendemos a manejar con nuestros padres al lado, a medida que nos tomamos el tiempo necesario para aprender.
Que la emoción por cumplir "el sueño del pibe" no se limite a ir a una oficina pública para que te firmen un papelito plastificado que certifica que tenemos permitido manejar.


Juan del Pino, 20 No creo que el principal problema de la falta de seguridad vial sea la edad con la que se comienza a manejar. La imprudencia es un estigma que supera la barrera de los años. Sin embargo, no podemos negar que para aprender a sortear ciertas situaciones delante del volante hace falta calle. Manejar en alta velocidad es una de estas situaciones. Las autoridades deberían evitar que los inexpertos conductores caigan en el vicio de acelerar de más, prohibiendo que, por lo menos en su primer año de registro, ingresen en autopistas y rutas. Aunque, por supuesto, más allá de la ley, esto no cambiará mientras nosotros no tomemos conciencia.


Ághata Gerlo, 18 Yo antes de agarrar un auto y salir a manejar con 17 años, lo pensaría dos veces. Está bien, manejar en sí no debe ser muy complicado, pero hay que tener mucha responsabilidad para hacerlo, hay que estar muy consciente, porque no entra en juego sólo tu vida o la de los que llevás con vos, sino también la de los peatones y demás autos que están del otro lado. Hay que estar muy despierto y no creo que con 17 años nos interese mucho estarlo. Si manejás a esa edad, lo hacés más por comodidad o facha, y la verdad que manejar no pasa justamente por eso. Hay muchos otros factores como la seguridad, la prudencia, la previsión y la responsabilidad que entran en juego.